sábado, 20 de septiembre de 2008

Paso Uno

Llena de nervios. Con las piernas temblando y las manos sudorosas, Raquel se disponía a tocar la puerta. No podía evitar sentir emoción, amaba a Miguel.

Aún de pie y con el puño listo a dar el primer portazo. Su imagen ahora estática. De pronto se conectó con el mundo, dio un vistazo al reloj. Llevaba quince minutos parada en el mismo lugar. Se repitió a sí misma “soy una mujer” y dio tímidos golpes a la puerta.

Miguel tenía todo listo. Sus padres no regresarían hasta la noche. Él y Raquel podrían hacer el amor en su habitación y nadie los iba a interrumpir. Esta era una ocasión importante. No era la primera vez que lo haría, pero ella es diferente, se repetía siempre Miguel. Escuchó el tímido llamado a la puerta, sabía que era ella, ¡voy! Contestó con excitación.

Él la condujo hasta su cuarto con total control de la ocasión. No temas, estas conmigo, le repetía una y otra vez. Te amo y seré tuya, respondía ella entre besos y caricias. Miguel procedió con quitarle la ropa dulcemente. Eres hermosa, le dijo. Con la mirada totalmente perdida, ella respondió, nunca me dejes.

Miguel admiró y besó su delgado cuerpo por un rato, como conociendo su terreno. Es perfecta, pensaba él. Estando sobre ella, finalmente lo hizo. Raquel soltó un grito entre excitante y doloroso. Te saldrá sangre, resonó en su mente la vos de Claudia, su mejor amiga. Y ahí estaba, esa gran mancha en la sábana blanca.


Isabel Madrid Peña