miércoles, 14 de octubre de 2009

Yo y él, estás con ella



La hilarante historia empieza a desarrollarse cuando Paulina, la mejor amiga de José, le cuenta a José, su mejor amigo, que a Daniel, su ex enamorado, le gusta Malena, una señorita sonriente. Así comenzó el enredo.


José le comunicó a Paulina que estaba dispuesto a comenzar una relación con Malena solo por acabar con los planes que pudiera tener Daniel. Cuando Paulina escuchó su anuncio se sintió invadida por un extraño sentimiento de culpa e impotencia, no podía dejar que su mejor amigo esté con una jovencita que aparentaba lidiar extrañamente feliz con su vida. Paulina era una mujer guapa, de estatura mediana, tez trigueña y de cabellos castaños y rizados. Sus sentimientos, claramente dolorosos y masoquistas, sabían que estaban enamorados de Daniel, un extraño muchacho con quien ella tuvo una corta y complicada relación; una relación absorbente que la extrajo de su mundo cotidiano para transportarla a una vida aislada con la compañía de su vacío novio inexplicable. Daniel era alto y delgado, con cabellos negros y rostro agraciado. Éste era un joven solitario y se acercó a Paulina después de mucho tiempo de contemplarla. Ella adoró cada segundo que pudo experimentar con ese raro ser que había decidido compartir algo con ella. Daniel, vivía su anhelo de tanto tiempo y compartía con esa dama (como le gustaba llamarla) todo lo que conformaba su presente, que era lo único que él sabía vivir. La definición más clara de Daniel era la de un hombre solo por decisión propia y sin expectativas de vida futura, con el hábito de la lectura muy desarrollado, aunque su única preferencia era la lectura trágica y romántica. Paradójicamente a ésto, él decía odiar la lectura, justificaba su práctica diciendo que era lo único que lo ayudaba a escapar de la realidad que tanto le fastidiaba. Finalmente, Daniel era ateo desde que tenía memoria y vivía con su padre y su hermana.


Por parte de Paulina, ella dejó todo lo necesario para seguir junto a Daniel. El gran problema de esta joven era que se enamoraba ciegamente de cualquier personaje que aparentaba ser diferente a los demás en la sociedad, y que decidiera invitarla a compartir su mundo. Ella sentía que no tenía universo por entregar, por eso se rendía de amor cuando podía vivir en lo ajeno. En un inicio, compartió con sus amigos todo el proceso desde que conoció a Daniel hasta que por fin se hizo su novia. Una tarde en la que estaban juntos, Daniel le dijo que no se debe confiar en nadie, que en la vida estaba sola y que sus vivencias eran para ella misma. Daniel le dijo finalmente que él no confiaba en nadie porque nadie sabe guardar un secreto más que uno mismo. Antes de que él dijera eso, Paulina se había enterado de que en el pasado, Daniel había intentado suicidarse; esa era una noticia que no la alarmaba porque sabía y aceptaba que a su novio le daba igual la vida; además de esa revelación, también le habían advertido que no se enamore del ser que estaba a su lado porque él la dejaría como lo hace siempre que está por enamorarse. Cuando Daniel le terminó de hablar de su falta de confianza por el mundo, ella le contó un secreto de su infancia, ella había sido violada. Su novio la miró fijamente y le contó que en la escuela secundaria había sido adicto a la marihuana, pero que con convicción pudo dejar de consumirla. Después de escucharse mutuamente, se abrazaron con amor y la relación empezó a deteriorarse por el efecto de la realidad que comenzó a invadirlos. Lo que hasta ese momento los había mantenido unidos y enamorados era el aislamiento de todo entorno, el pensar que podían vivir solo ellos en el mundo, cosa que Paulina adoraba pero que Daniel no llegaba a disfrutar del todo. Esta relación terminó con un anuncio previo de vacío. Ella sabía que Daniel no sería más su novio y que ella no sería más la dama a la que él quería, pero decidió enfrentar el golpe. Él utilizó una razón maquillada de excusas, ella lo percibió pero no tuvo fuerzas para debatir nada.


Después de que esta relación se terminara, Paulina lloró su dolor en el hombro de José, un joven noble, con una masa corporal más desarrollada, a comparación de Daniel, José tenía el cabello ondeado y de un color castaño oscuro. Él era su mejor amigo desde hace tres años y sabían mutuamente que podían confiar entre ellos. Ella adoraba a este joven, pasaba mucho tiempo con él y lo llamaba constantemente porque también realizaban actividades y trabajos universitarios juntos. José siempre estaba al lado de Paulina y también la quería mucho. Él era una de las personas a quien ella le había retirado la confianza por decidir vivir solo para Daniel. Después de la separación entre la muchacha y su novio, ella fue reincorporándose poco a poco al grupo de sus amigos, que no se habían ido a pesar de su ausencia, dentro de ellos estaba José. Pasado un tiempo después de su reintegración, Paulina había tenido algunos encuentros hirientes con Daniel y finalmente dejaron de hablarse, tal vez para ya no hacerse más daño. A pesar de no dirigirse ni las miradas y a pesar de lo arrogante que podía demostrar ser Daniel, Paulina sentía aún ese masoquista amor por él. Ese amor fue el que la hizo sentir como un puñal la noticia de que Daniel gustaba de otra dama. Él observaba a Malena, una jovencita simpática y graciosa, alta, delgada y de cabellos largos y negros. Paulina descubrió los gustos de Daniel sin escuchar algún tipo de comentario, ella solo lo observó y notó en él algo que muchas veces le había pertenecido. Él tenía un brillo especial en sus ojos negros cuando miraba a Malena. Paulina no tuvo dudas sobre lo que sentía Daniel, ella conocía bien el significado de las miradas de ese joven. Malena estaba llena de gracias y siempre sonreía, no se le había visto nunca en alguna relación con un chico de la universidad y siempre sonreía, y siempre sonreía. Cada vez que Paulina tuvo algún encuentro con ella, la trató con recelo, siempre pensó que nadie puede estar realmente tan feliz, que ese tipo de personas son las que usan máscaras para tapar su verdadero ser, uno que no quieren dejar escapar. Sea verdad o no, ese tipo de personas no le agradaban a Paulina y no deseaba conocerla más de lo estrictamente necesario. Nunca tuvo problemas por lidiar en un centro de estudios con ella, nunca hasta que vio a Daniel observándola con esa mirada y a ella sonreírle dulcemente como lo hacía con todo el mundo, eso la desoló.


Paulina estaba desconcertada después de oír la propuesta de José sobre estar con Malena y no sabía cómo responder ante tal ofrecimiento. Por un lado estaba Daniel, que aparentaba estar enamorándose de Malena, y por otro estaba José, prometiendo estar con Malena para alejarla de Daniel. Lo único que Paulina pudo decirle fue -¿Cómo estás tan seguro de poder estar con Malena?- mientras lo miraba fijamente. Antes de terminar de reír para sí mismo, José dijo –Malena está enamorada de mí, de eso estoy seguro- y le brindó una sonrisa de complicidad, Paulina no la correspondió porque no podía emitir respuestas en ese momento. Esa misma noche, Paulina le dijo a José que no podía verlo con una chica que no fuera la que realmente quisiera. Ella no sabía si José estaba enamorado de alguien, pero estaba segura de dos cosas, que él no quería a Malena y que ella no quería ver a su amigo con esa muchacha sonriente. Antes de terminar esa conversación, Paulina le dijo a José que lo quería tanto que le dolería verlo perdiendo el tiempo con alguien que él no quisiera, alguien que no estuviera a su altura. Él era un chico con mucho talento y sabía explotarlo, podía ser el hombre ideal para cualquier mujer, ése era uno de los motivos por el que Paulina adoraba a su amigo. Después de escucharla, José le sonrió dulcemente y prometió que no estaría con ninguna chica a la que no quisiera de verdad. Ese día su amistad se tornó un poco más fuerte. Paulina comenzó a pensar seriamente en sí misma, evaluó su vida y situación actual, notó que en realidad no había estado viviendo, que cada segundo debía ser valioso, que no habían motivos para vivir por personas que no estaban dispuestos a compartir nada con ella, que su vida era suya. Su autoestima pudo fortalecerse después de haber estado al borde del abismo. Casi dos semanas después de la última conversación que tuvieron sobre la joven sonriente, José le dijo a Paulina que estaba enamorado de ella y que con decírselo estaba cumpliendo con la promesa de solo estar con alguien a quien realmente quisiera. Al escucharlo, Paulina se sintió perdida, vio alejarse poco a poco la figura del que durante tres años había sido su compañero y confidente de cualquier tipo de acontecimiento, su amigo de verdad. José le dijo que la quería desde hace mucho tiempo y que no podía seguir callado porque cada día la quería más. Él era la única persona que sabía todo lo que le ocurría y todo lo que se atrevía a hacer, él la conocía como nadie. Paulina era una chica insegura, sobre todo en el amor, ella podía terminar hiriendo mucho a una persona, tan solo por su indecisión. Ella previno a José sobre lo que significaba estar enamorado de ella, con la esperanza de que se retracte de lo dicho. Él le dijo que todo lo que ella podía decir en ese momento ya lo sabía, él había vivido con ella cada momento, por eso estaba enamorado de ella, porque la conocía y quería lo que conocía. Ella no pudo responderle nada, solo le dijo que no quería perder a su mejor amigo.


Paulina estuvo aturdida durante dos días, la espantaba la idea de terminar la única relación que de verdad le duraba. Apreciaba tanto a esa persona que no podía arriesgarse a perderlo, ser su novia podía destruirlo todo. La invadió el miedo, quería conservar a José como hasta ahora lo tenía, tan cerca de ella que nunca se sentía sola. Antes ya se había cruzado esa idea por sus pensamientos, pero siempre era fácil dispersarla porque la amistad que tenía con él era perfecta como estaba, no necesitaba ningún cambio, eso era lo que la mantenía tranquila junto a su amigo, solo su amigo. Tres días después, supo que tenía que hablar con José, a cualquier otro personaje podía haberlo dejado eternamente con la duda, sin respuesta, ella no hubiera tenido problemas en dejar una situación así en la incógnita, pero con José era diferente, no podía dañarlo. Ella pudo abordarlo después de pensarlo por muchas horas, le dijo que no estaba dispuesta a arriesgar su amistad por una relación, sobre todo considerando el desastre que era cuando tenía un novio. José lo sabía y estaba seguro de que con él todo sería diferente, pero Paulina no dio lugar para las dudas y aseguró que nada valía lo suficiente para cambiar esa amistad. José aceptó lo que ella decidió y quedaron en seguir siendo amigos como lo habían sido hasta hace unos días. Todo era mentira, ambos sabían que nada sería igual, pero se mintieron para no hacer más daño del que ya estaba hecho. Sus amigos sabían todo lo que ocurría y trataron de convencer a Paulina de que era un error el dejar pasar la oportunidad de ser novia de José, pero nadie podía disolver el miedo que eso representaba para ella, y sobre todo, nadie podía borrar o disminuir lo que aún sentía por Daniel, el joven que la enamoró y que aún vivía en su interior.


Después de que todo “volviera a la normalidad”, la distancia era inevitable entre Paulina y José. Ellos trataban de conversar y bromearse como habitualmente lo hacían, pero nada era igual, ella dejó de contarle todo, como antes lo hacía, y él no podía evitar mirarla con amor, ya no había motivo para esconder sus sentimientos. Se separaron un poco y Paulina comenzó a frecuentar otros grupos de amistad para dejar que el tiempo arregle las cosas. Mientras ella se alejaba, José fue teniendo mayor contacto con Malena, la dulce Malena. Su gracia lo hacía sentir bien y disfrutaba de su compañía. Él conocía sus sentimientos porque ella se los había manifestado hace algún tiempo, era indiscutible para ambos que el acercarse podía significar el comenzar una relación. Pasadas unas semanas, Paulina comenzó a notar que su amigo frecuentaba mucho a la joven sonriente, pero no podía hacer algún comentario, ella ya no era nadie para comentar sobre la vida de José, solo se limitó a observar lo indudable. Por su parte, ella decidió escribirle un correo electrónico a Daniel, pensaba que no debían seguir distanciados y que no existían motivos para realmente dejar de hablarse, pensó que podían comenzar a entablar una amistad. Daniel respondió a su correo y con mucho esfuerzo, por parte de ambos, decidieron ignorar sus sentimientos de molestia y tratar de acercarse. Ellos hablaron nuevamente y conversaban sobre temas triviales, pero a ninguno le incomodaba el hablar sin hablar de nada, parecía que solo disfrutaban del hecho de estar juntos, de compartir momentos en los que se olvidaran de todo, hasta de que estuvieron juntos y que se hicieron mucho daño. Sus sonrisas eran dulces y muchas veces eran acompañadas de miradas fulminantes, llenas de rencor por sentirse tan solos.


Paulina nunca pudo hablarle a Daniel sobre Malena, tenía miedo de ver la realidad, no quería escucharlo diciéndole que quería a esa dulce muchacha, prefería estar cegada. Daniel estaba muy feliz, no sabía si realmente quería estar con esa dama, pero disfrutaba mucho de su compañía, todo estaba bien mientras que no hablaran de algo que los relacione. Un día se besaron, fue un beso desesperado, como si se hubiera estado guardando desde hace mucho tiempo, Daniel sintió que adoraba a esa dama y lo aturdió tanto bienestar, Paulina se odió a si misma por retroceder y caer en el mismo error que la dañó tanto, pero conciente de ello, abrazó con todo su amor a Daniel. Después de ese beso, ellos no se dijeron palabras, solo se sonrieron tímidamente, como dos niños que sabían que habían cometido algo malo. Ese beso se repitió una y otra vez, y siempre dejaba un sentimiento desagradable en ambos; en Daniel era la culpa porque sabía que ella estaba enamorada de él, y en Paulina, era rabia con ella misma por ser tan débil. Siguieron hablando sin hablar y sonriéndose con dulzura. Paulina no había comentado lo que pasaba con ninguno de sus amigos, hasta que tuvo la oportunidad de hablar con José. Se vieron juntos en un trabajo de la universidad y lo primero que ella le comentó fue que lo había visto seguido en compañía de Malena, él rió al escucharla y le dijo estaba en una relación con ella, que se sentía muy bien y que tal vez ella era la chica adecuada para él. Paulina le lanzó una sonrisa hipócrita y le dijo que le agradaba saberlo. Después de escucharlo, ella le comentó que se había estado viendo con Daniel y que se habían besado más de una vez, le dijo que no sabía si seguía siendo amor lo que sentía por él, pero que esos momentos se daban sin tanto buscarlos, o que eso era lo que les convenía creer. Ella le contó que todo comenzó como un intento de ser amigos, de arreglar las cosas y olvidar el pasado, pero que la situación no iba por ese rumbo, que en realidad no tenía algún rumbo claro. Paulina sintió la confianza que antes la había hecho ser mejor amiga de José y le comenzó a hablar de los sentimientos que ni a ella misma se dejaba saber. Le dijo que hasta sentía rencor por Daniel porque él era muy egoísta al besarla sabiendo que ella lo quería, y que estaba segura de no sentir amor por él, le dijo que tenía guardado un sentimiento que le hacía desear verlo sufrir, finalmente le dijo que tal vez todo sucedía porque ella misma lo hizo sin estar cociente de ello. José la miró y le dijo que la entendía, pero que lo mejor era que termine con esa situación, que no debía buscar venganza o algo parecido, porque al final la que podía sufrir era ella, y que… él no podría verla sufrir. Paulina lloró en esos momentos, le pidió perdón a José, se dijo toda clase de ofensas y le rogó que la disculpara por no haberle dicho que sí, le dijo que no lo había dicho antes, pero que ella se derrumbaba por dentro cuando lo veía con Malena, lloró con rabia y dolor y José la abrazó, no le dijo nada en esos momentos, solo dejó que llorara mientras que acariciaba sus rizos castaños. Después de que ella pudiera calmarse, Paulina sugirió que avanzaran el trabajo pendiente, así lo hicieron. Al terminar, debían despedirse. Estaban en la casa de José y la universidad había pasado a un segundo plano; se miraron fijamente y no supieron qué hacer, se tomaron de las manos y Paulina le dijo que no iba a separarse de él otra vez, que no importara quiénes sean sus novios o con quiénes salieran, que su amistad no se dejaría de lado. José le sonrió y la besó en los labios. En ese momento se convirtieron en amantes, su amistad se fortaleció, se fueron amando sin notarlo. Paulina dejó de buscar a Daniel y solo conversaba con él cuando era necesario. José siguió con Malena y su relación no tuvo problemas durante todo el tiempo que duró. Los amigos de Paulina y José se sintieron muy alegres al ver que pudieron volver a ser los amigos que antes habían sido, pero se equivocaban, esa relación nunca volvió a ser la misma.


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